¿De qué tienes miedo? ¿Crees que
sentir es algo malo? ¿Por qué ese terror a ser humanos, a rendirse
al mundo de los sentimientos? ¿Por qué nos asustan las cosas que
realmente nos aportan verdadera felicidad, verdadera plenitud,
verdadera vida? Sí, tememos miedo a la vida. Ahora mismo muchos
pensarán "vaya moñas", "otro hippie", "qué
chorrada"... Pero, ¿por qué? ¿Por qué alabamos, en cambio,
al que defiende el cinismo, el egoísmo y la ambición sin límites?
Nuestros héroes son verdaderos asesinos, estandartes de la avaricia,
el hedonismo, el "me la suda", la filosofía del pasotismo.
Sentimos algo dentro, esa abulia, esas ganas de nada porque todo está
por hacer, y no hay que esforzarse. Pero no le hacemos caso, porque
es muy fácil distraerse en esta sociedad de la información mal
llamada sabiduría. No nos preocupamos de pensar, que lo haga otro
por nosotros, mientras nosotros matamos el tiempo, matamos la vida en
construir un sistema. Vivimos por y para el sistema, no para nosotros
ni para lo que salga de nosotros. Date cuenta, eres una persona, eres
tú, sea cual sea tu nombre, eres un ser que desea, que piensa, que
siente. Pierde el miedo a la vida, y vive de una vez, siéntete
inmenso, profundo, perfecto. Acepta la magia de la vida y encuentra
el equilibrio. Eso es lo natural, y por tanto, no es difícil. Dicen
que no podemos ser perfectos, yo creo que solo hay que dejarse llevar
por nuestra naturaleza, pues no hay nada más perfecto que ella.
martes, 29 de enero de 2013
sábado, 26 de enero de 2013
EL VAGÓN, EL ESTANQUE, LA MUJER Y LA COLINA
Cuando descubrí aquel
sitio, ya no quería irme. Como todo lo bueno, había llegado por
casualidad. Nunca había reparado en aquel camino estrecho que salía
de la ruta que hacía en bici todas las semanas. Nunca me había
planteado seguirlo, hasta aquel día. Me asaltó la curiosidad y me
adentré en él. Después de unos quince minutos apartando ramas,
pasando a duras penas por el barro y salvando caídas en el último
momento, el camino se ensanchó un poco; pero a unos pocos metros un
tronco caído bloqueaba el paso. Me bajé de la bici y pasé sobre
él. Al fondo se veía una especie de estanque y una cabaña. No sé
por qué pero aquel lugar me atraía mucho. Fui acercándome y
descubrí que la cabaña se trataba en realidad de un antiquísimo
vagón de tren abandonado totalmente oxidado. El estanque estaba en
plena calma, el agua era clara, incluso habían peces. Estaba en un
claro en medio de la tupida vegetación. Los intermitentes ruidos de
pájaros y de pequeños animales moviéndose entre los matojos era lo
único que me recordaba que aquello estaba vivo, todo era silencio
salvo aquello. Nadie diría que aquel sitio estuviera a menos de
media hora de mi casa y que nunca lo hubiese visto hasta ahora. Me
senté al borde del estanque mirando hacia el vagón. Detrás había
una colina bastante empinada, pero las vistas prometían, así que
comencé a subir sin dudarlo.
-No eres el primero que
viene aquí -dijo de pronto una voz femenina-. Este lugar es mágico,
¿verdad?
-¿Qué? -me había
asustado- ¿Dónde estás? ¿Quién eres? -comencé a mirar a mi
alrededor pero no conseguía distinguir nada.
-Estoy aquí, mira mejor
-más arriba en la colina había una mujer joven mirándome, era
guapísima, casi perfecta, podía constatarlo con una sola mirada-.
La primera vez que vine me quedé como tú, sobre todo cuando oí la
voz de otra persona. Era Julio. Me llevó por toda la zona y quedé...
impresionada. Veníamos casi todos los días, durante años.
-¿Y qué pasó?
-pregunté. De pronto, era como si conociese a aquella extraña de
toda la vida. Cada palabra que había dicho tenían, no sé bien cómo
definirlo, ¿significado?
-Se fue, no sé a dónde.
Un día dejo de venir, pero yo seguí aquí cada semana. Este lugar
me atrapa, me hace perderme a pesar de estar a cinco minutos del
pueblo. Pero ven hasta aquí arriba, verás qué vistas.
Seguí subiendo. Era una
cuesta dura, me costó lo suyo, pero una vez al lado de aquella chica
me di la vuelta y contemplé el paisaje; y comprendí realmente por
qué era tan especial.
domingo, 20 de enero de 2013
¿QUÉ ES LA MUERTE?
Los seres vivos nacemos,
crecemos, nos relacionamos, nos reproducimos y morimos. Todo esto
está más que comprobado, y de los primeros procesos sabemos
bastante. Sin embargo, el último de ellos sigue siendo el mayor
misterio que jamás haya intrigado a la humanidad. Eso es lo que
marca idea de la muerte, la incertidumbre. Sabemos que al morir para
de latir el corazón, las constantes vitales se apagan, nos quedamos
rígidos y fríos y poco a poco nuestro cuerpo se descompone; pero,
¿qué pasa con nosotros? Me refiero a eso que muchos conocen como
'alma', nuestro ser, nuestro yo. El cuerpo es orgánico, pero, ¿qué
es la mente? ¿Es eterna? ¿Es una ilusión? ¿Es independiente del
cuerpo imperfecto y perecedero? ¿Es que acaso nuestro psykhé va
ineludiblemente unido a nuestra soma, tal como decían nuestros
antepasados griegos? Mientras más nos preguntamos, más nos damos
cuenta de que no sabemos nada. Al fin y al cabo, todo está en
nuestra mente, y ni siquiera sabemos qué es exactamente nuestra
mente; por tanto, ¿podemos imaginar dentro de una mente mortal una
vida eterna?
Antes estábamos
plenamente convencidos de que había una vida más allá, una vida
eterna, perfecta, incorpórea; esa era la idea general, la que
queríamos creer. Ahora, sin embargo, en una época marcada por el
empirismo, por el 'si no lo veo, no lo creo', no podemos afirmar
nada, y la diversidad de ideas ante este tema es casi igual al número
de personas que lo piensen. Unos siguen creyendo en esa vida post
mortem, otros en la reencarnación, otros creen que no hay nada, y
otros simplemente afirman no saberlo. Creo que estos últimos son los
más sinceros de todos; pero también es la opción más dura, pues
nadie quiere aceptar que no sabe o no está seguro de algo. Por
tanto, sea lo que sea, lo único cierto es la incertidumbre.
sábado, 19 de enero de 2013
10 CONSEJOS PARA CUALQUIERA
- Intenta desconectar, física y mentalmente, de los estímulos que te rodean. Piensa en lo que realmente deseas y no lo que te hacen desear.
- Si después de pensar, aún deseas lo mismo que antes, sigue pensando.
- No creas nada de lo que veas. Suena a tópico, pero es importante recordarlo.
- Si te llaman soñador, si te dicen que vives en las nubes, sube aún más. No tengas miedo de creer en algo, pues esa es la naturaleza humana.
- Si quieren hacerte creer que "hay que llegar lejos en la vida" y lo relacionan con el dinero, aléjate de ahí.
- Si sientes que tienes que hacer algo, hazlo.
- Muchas veces sentirás frustración si te paras a mirar a tu alrededor. No te asustes, no vuelvas a apartar la mirada y hacer como que nada ha pasado.
- La curiosidad no mató al gato, lo hizo más sabio. No tengas miedo de saber, es lo mejor que te puede pasar.
- No reprimas las emociones. Si quieres expresar algo, tienes que hacerlo. Inventar excusas y protegerse con distracciones efímeras no solucionan nada.
- La vida puede ser eterna si lo quieres. No creas que estamos aquí para sufrir, para ganar una carrera, para derribar al que está más arriba y protegerse de ser derribado. Estamos aquí para VIVIR.
Estos "consejos" tienen el
valor que tú quieras darles. Reflejan mi manera de ver, que no tiene
por qué ser de nadie más.
jueves, 17 de enero de 2013
¿QUÉ COJONES PASA?
A veces miro alrededor y me pregunto,
¿qué cojones pasa con el mundo? Intento buscar buenas intenciones y
es como buscar oro. La bondad es una palabra del pasado, de soñadores
sin remedio. Parece que nos hemos rendido a un darwinismo terrible y
malinterpretado, a la ley del más fuerte, al "no me importa"
y al "yo primero". Abundan los cínicos, los que quieren
mirar para otro lado y los que no tienen escrúpulos al decir lo
malas personas que son. Tantas veces me encuentro con los mismos
argumentos de "me la suda", "que se busquen la vida",
"yo voy a lo mío". Me llaman utópico, me dicen que vivo
en un mundo color de rosa y que la vida es dura, gris, fea. Pues no,
me resisto a pensarlo; me resisto a caer en tanto odio, tanto
despropósito.
Nos dicen que debemos buscar nuestro
propio éxito, que esto es una carrera, que el tiempo es dinero, y el
dinero, felicidad. Que lo práctico es el camino, no podemos perder
el tiempo divagando, pensando, filosofando y demás chorradas. Que
hay que concentrarse, perseguir metas cada vez más inalcanzables si
no queremos quedarnos atrás. Que estamos aquí para correr como
galgos, persiguiendo al conejo del dólar. Con eso nos comen la
cabeza día sí y día también. Y todo, ¿para qué?
martes, 15 de enero de 2013
¿QUIÉN ERES?
¿Eres tú mismo? ¿Tú y solo tú? Acepta que no eres más que el producto de lo que te rodea. Sí, no es nada malo.
"Somos lo que comemos" dijo alguien, y llevaba mucha razón. Esto puede llevarse a cualquier área porque, al fin y al cabo, no somos nada sin el todo. Eres lo que comes, lo que ves, lo que oyes, lo que hueles, lo que tocas, lo que sientes, lo que lees, lo que aprendes. Eres la última canción que escuchaste, la película que viste, lo último que comiste, la última cosa que tocaste, el último olor. Eres lo que estás leyendo ahora mismo. Eres todo y eso y mucho más.
Somos la unión de infinitas piezas que conforman nuestro carácter, nuestra personalidad. Después elaboramos nuestras propias ideas y pensamientos, pero están hechas de todo aquello que viene de fuera. El acierto está en saber elegir qué "comemos". Es el último paso, el producto final de una larga cadena de momentos que nos conforman. Distingamos entonces dos realidades, algo así como el mito de la caverna de Platón. Solo que en este caso, hay una realidad interior y otra exterior.
La realidad interna somos nosotros, todo lo que pensamos. Es nuestra mente, por darle algún nombre. Si algo existe en nuestra mente, entonces es real. Internamente, pero real. Está ahí. Esta realidad está formada por la otra, la realidad exterior, que es lo que conocemos por realidad a secas. Es todo lo demás, aquello que es común a todas las realidades internas de cada una de las personas. Esa realidad es el edificio en el que vivimos, la pantalla que estamos leyendo... Por tanto, para esta última realidad, el que nosotros (la relidad interna) sepamos algo pero no sepamos expresarlo, es como no saber nada.
"Somos lo que comemos" dijo alguien, y llevaba mucha razón. Esto puede llevarse a cualquier área porque, al fin y al cabo, no somos nada sin el todo. Eres lo que comes, lo que ves, lo que oyes, lo que hueles, lo que tocas, lo que sientes, lo que lees, lo que aprendes. Eres la última canción que escuchaste, la película que viste, lo último que comiste, la última cosa que tocaste, el último olor. Eres lo que estás leyendo ahora mismo. Eres todo y eso y mucho más.
Somos la unión de infinitas piezas que conforman nuestro carácter, nuestra personalidad. Después elaboramos nuestras propias ideas y pensamientos, pero están hechas de todo aquello que viene de fuera. El acierto está en saber elegir qué "comemos". Es el último paso, el producto final de una larga cadena de momentos que nos conforman. Distingamos entonces dos realidades, algo así como el mito de la caverna de Platón. Solo que en este caso, hay una realidad interior y otra exterior.
La realidad interna somos nosotros, todo lo que pensamos. Es nuestra mente, por darle algún nombre. Si algo existe en nuestra mente, entonces es real. Internamente, pero real. Está ahí. Esta realidad está formada por la otra, la realidad exterior, que es lo que conocemos por realidad a secas. Es todo lo demás, aquello que es común a todas las realidades internas de cada una de las personas. Esa realidad es el edificio en el que vivimos, la pantalla que estamos leyendo... Por tanto, para esta última realidad, el que nosotros (la relidad interna) sepamos algo pero no sepamos expresarlo, es como no saber nada.
miércoles, 2 de enero de 2013
III
Madrugada. Salimos del local para
volver a casa. Fuera hace frío, te ayudo a colocarte la chaqueta.
Empieza a llover y corremos hacia el metro. Entonces me paro, no me
importa mojarme. De hecho, quiero mojarme, contigo. Te beso, bajo la
lluvia. Te ríes.
martes, 1 de enero de 2013
II
Gran Vía. La puesta de sol desde la
azotea de un edificio. Los ruidos de la ciudad, como los de la selva,
se oyen como las interferencias en la señal de radio. Poco a poco se
oculta el astro. El viento me trae el olor de tu pelo, recién
lavado. Estás ahí al lado, mirando el horizonte mientras yo te miro
a ti, mi propio sol. Cierras los ojos y sonríes de esa manera que
solo tú sabes.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)