Así
que aquella noche alquilé una habitación en una pensión mal
nombrada Paradise
y volví a revisar mis cosas. Decidí que al día siguiente buscaría
algún trabajo; quien sabe, camarero o algo. Y así fue. Después de
unas cuantas cafeterías, me cogieron en una de dueños peruanos a
los que les gustó mi historia. Creo que han cometido un error
contratándome, pero no seré yo quien se lo diga.
Qué
fácil estaba siendo todo...
Descansé
un rato en mi cubo de 2x2 en el Paradise
y
salí a comprar algo de ropa y de comida. Fue cuando me di cuenta de
que no había comido nada desde aquel hot dog. Decidí darme un
homenaje y tomar un buen café en uno de estos establecimientos
modernos donde todo parece de revista, y la gente se lleva su
portátil, y piden vasos con un trozo de cartón para no quemarse
mientras lo toman de camino al trabajo porque tienen prisa. Después,
fui a un centro comercial en las afueras, que era mucho más barato.
Volví a "casa" después de un par de horas con varias
bolsas de ropa pero sin lugar para ponerla. Era media tarde, perfecto
para dar una vuelta y aclarar ideas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario