"Hora del almuerzo, hora del
almuerzo, hora del almuerzo". Era la voz de Iqua llamando a
todos sus empleados al comedor. Yo estaba terriblemente cansado aquel
día, apenas había podido dormir, y estaba haciendo mi trabajo a
duras penas. Me dolía la cabeza, y cada palabra de Iqua no era más
que un chillido molesto.
"Hora del almuerzo, hora del
almuerzo, hora del almuerzo". Cada cinco minutos, de la una y
media hasta las dos y cuarto de la tarde, la dichosa vocecita repetía
lo mismo una y otra vez. A veces bromeaba con mis compañeros sobre
desconectarla.
"Hora del almuerzo, hora del
almuerzo, hora del almuerzo". Iba a ir al comedor cuando me
enviaron unas fichas para rellenar. Genial, otros quince minutos más.
"Hora del almuerzo, hora del
almuerzo, hora del almuerzo". Seguía atascado con esas fichas.
Además, hoy no podía dejar trabajo atrasado. Era el día del
desfile, toda la ciudad vería a los presos y yo no quería
perdérmelo.
"Hora del almuerzo, hora del
almuerzo, hora del almuerzo". Terminé antes de lo previsto.
Ahora tenía que bajar al comedor, en el otro lado del edificio.
Todos mis compañeros de departamento ya habían ido a comer, así
que hoy estaría solo. Sonó la sintonía de la empresa seguida de
un: "Feliz día, empleados". En aquellos días odiaba a
Iqua.
"Hora del almuerzo, hora del
almuerzo, hora del almuerzo". El comedor estaba atestado,
llegaba tarde, ya eran casi las dos. El menú de hoy: puré de
proteínas con carbohidratos, toda una delicia. Me senté al lado de
un hombre muy mayor, que me miró durante toda la comida.
"Hora del almuerzo, hora
del almuerzo, hora del almuerzo". El señor seguía mirando.
Intenté ignorarle pero este clavaba la mirada en él con fuerza. Me
concentré en mi puré, con un aspecto no mejor que su sabor. Por lo
menos mi Iqua doméstica me prepararía una cena deliciosa: pollo de
verdad, no aquel sintético que vendían en los mercados.
"Hora del almuerzo, hora del
almuerzo, hora del almuerzo". Terminé rápido de comer y salí
de allí. El señor me siguió con los ojos hasta que desaparecí de
su vista. ¿Por qué actuaría así? Que yo supiese, en la empresa
eran muy estrictos con el comportamiento y con el equilibrio mental.
"Hora del almuerzo, hora del
almuerzo, hora del almuerzo". Iba hacia la mesa cuando me llamó
Iqua, me dijo que fuera al panel de GHJ. Este me dijo que hoy podía
salir antes, como había pedido, pero debía adelantar trabajo, al
menos parte de lo de mañana. Ningún problema, siempre había sido
rápido.
"Hora del almuerzo, hora del
almuerzo, hora del almuerzo". De vuelta en la mesa, pero esta
vez encontré algo diferente, una nota doblada. Aquello era extraño,
casi nunca dejaban papeles. La abrí, y la emoción se apoderó de mí
a la par que el terror. Allí, en pequeñas letras negras mayúsculas,
estaba escrita la palabra "YA". Sí, ya. La revolución ya había empezado.