lunes, 10 de septiembre de 2012

HORA DEL ALMUERZO


"Hora del almuerzo, hora del almuerzo, hora del almuerzo". Era la voz de Iqua llamando a todos sus empleados al comedor. Yo estaba terriblemente cansado aquel día, apenas había podido dormir, y estaba haciendo mi trabajo a duras penas. Me dolía la cabeza, y cada palabra de Iqua no era más que un chillido molesto.

"Hora del almuerzo, hora del almuerzo, hora del almuerzo". Cada cinco minutos, de la una y media hasta las dos y cuarto de la tarde, la dichosa vocecita repetía lo mismo una y otra vez. A veces bromeaba con mis compañeros sobre desconectarla.

"Hora del almuerzo, hora del almuerzo, hora del almuerzo". Iba a ir al comedor cuando me enviaron unas fichas para rellenar. Genial, otros quince minutos más.

"Hora del almuerzo, hora del almuerzo, hora del almuerzo". Seguía atascado con esas fichas. Además, hoy no podía dejar trabajo atrasado. Era el día del desfile, toda la ciudad vería a los presos y yo no quería perdérmelo.

"Hora del almuerzo, hora del almuerzo, hora del almuerzo". Terminé antes de lo previsto. Ahora tenía que bajar al comedor, en el otro lado del edificio. Todos mis compañeros de departamento ya habían ido a comer, así que hoy estaría solo. Sonó la sintonía de la empresa seguida de un: "Feliz día, empleados". En aquellos días odiaba a Iqua.

"Hora del almuerzo, hora del almuerzo, hora del almuerzo". El comedor estaba atestado, llegaba tarde, ya eran casi las dos. El menú de hoy: puré de proteínas con carbohidratos, toda una delicia. Me senté al lado de un hombre muy mayor, que me miró durante toda la comida.

"Hora del almuerzo, hora del almuerzo, hora del almuerzo". El señor seguía mirando. Intenté ignorarle pero este clavaba la mirada en él con fuerza. Me concentré en mi puré, con un aspecto no mejor que su sabor. Por lo menos mi Iqua doméstica me prepararía una cena deliciosa: pollo de verdad, no aquel sintético que vendían en los mercados.

"Hora del almuerzo, hora del almuerzo, hora del almuerzo". Terminé rápido de comer y salí de allí. El señor me siguió con los ojos hasta que desaparecí de su vista. ¿Por qué actuaría así? Que yo supiese, en la empresa eran muy estrictos con el comportamiento y con el equilibrio mental.

"Hora del almuerzo, hora del almuerzo, hora del almuerzo". Iba hacia la mesa cuando me llamó Iqua, me dijo que fuera al panel de GHJ. Este me dijo que hoy podía salir antes, como había pedido, pero debía adelantar trabajo, al menos parte de lo de mañana. Ningún problema, siempre había sido rápido.

"Hora del almuerzo, hora del almuerzo, hora del almuerzo". De vuelta en la mesa, pero esta vez encontré algo diferente, una nota doblada. Aquello era extraño, casi nunca dejaban papeles. La abrí, y la emoción se apoderó de mí a la par que el terror. Allí, en pequeñas letras negras mayúsculas, estaba escrita la palabra "YA". Sí, ya. La revolución ya había empezado.

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