Cuando descubrí aquel
sitio, ya no quería irme. Como todo lo bueno, había llegado por
casualidad. Nunca había reparado en aquel camino estrecho que salía
de la ruta que hacía en bici todas las semanas. Nunca me había
planteado seguirlo, hasta aquel día. Me asaltó la curiosidad y me
adentré en él. Después de unos quince minutos apartando ramas,
pasando a duras penas por el barro y salvando caídas en el último
momento, el camino se ensanchó un poco; pero a unos pocos metros un
tronco caído bloqueaba el paso. Me bajé de la bici y pasé sobre
él. Al fondo se veía una especie de estanque y una cabaña. No sé
por qué pero aquel lugar me atraía mucho. Fui acercándome y
descubrí que la cabaña se trataba en realidad de un antiquísimo
vagón de tren abandonado totalmente oxidado. El estanque estaba en
plena calma, el agua era clara, incluso habían peces. Estaba en un
claro en medio de la tupida vegetación. Los intermitentes ruidos de
pájaros y de pequeños animales moviéndose entre los matojos era lo
único que me recordaba que aquello estaba vivo, todo era silencio
salvo aquello. Nadie diría que aquel sitio estuviera a menos de
media hora de mi casa y que nunca lo hubiese visto hasta ahora. Me
senté al borde del estanque mirando hacia el vagón. Detrás había
una colina bastante empinada, pero las vistas prometían, así que
comencé a subir sin dudarlo.
-No eres el primero que
viene aquí -dijo de pronto una voz femenina-. Este lugar es mágico,
¿verdad?
-¿Qué? -me había
asustado- ¿Dónde estás? ¿Quién eres? -comencé a mirar a mi
alrededor pero no conseguía distinguir nada.
-Estoy aquí, mira mejor
-más arriba en la colina había una mujer joven mirándome, era
guapísima, casi perfecta, podía constatarlo con una sola mirada-.
La primera vez que vine me quedé como tú, sobre todo cuando oí la
voz de otra persona. Era Julio. Me llevó por toda la zona y quedé...
impresionada. Veníamos casi todos los días, durante años.
-¿Y qué pasó?
-pregunté. De pronto, era como si conociese a aquella extraña de
toda la vida. Cada palabra que había dicho tenían, no sé bien cómo
definirlo, ¿significado?
-Se fue, no sé a dónde.
Un día dejo de venir, pero yo seguí aquí cada semana. Este lugar
me atrapa, me hace perderme a pesar de estar a cinco minutos del
pueblo. Pero ven hasta aquí arriba, verás qué vistas.
Seguí subiendo. Era una
cuesta dura, me costó lo suyo, pero una vez al lado de aquella chica
me di la vuelta y contemplé el paisaje; y comprendí realmente por
qué era tan especial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario