A veces miro alrededor y me pregunto,
¿qué cojones pasa con el mundo? Intento buscar buenas intenciones y
es como buscar oro. La bondad es una palabra del pasado, de soñadores
sin remedio. Parece que nos hemos rendido a un darwinismo terrible y
malinterpretado, a la ley del más fuerte, al "no me importa"
y al "yo primero". Abundan los cínicos, los que quieren
mirar para otro lado y los que no tienen escrúpulos al decir lo
malas personas que son. Tantas veces me encuentro con los mismos
argumentos de "me la suda", "que se busquen la vida",
"yo voy a lo mío". Me llaman utópico, me dicen que vivo
en un mundo color de rosa y que la vida es dura, gris, fea. Pues no,
me resisto a pensarlo; me resisto a caer en tanto odio, tanto
despropósito.
Nos dicen que debemos buscar nuestro
propio éxito, que esto es una carrera, que el tiempo es dinero, y el
dinero, felicidad. Que lo práctico es el camino, no podemos perder
el tiempo divagando, pensando, filosofando y demás chorradas. Que
hay que concentrarse, perseguir metas cada vez más inalcanzables si
no queremos quedarnos atrás. Que estamos aquí para correr como
galgos, persiguiendo al conejo del dólar. Con eso nos comen la
cabeza día sí y día también. Y todo, ¿para qué?
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